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Pepas y símbolos


Por: David Magar

Es necesario un esfuerzo de discernimiento para que los recientes acontecimientos de la campaña para la consulta
popular en Ecuador no queden en lo anecdótico. Debemos evitar convertirlos en una historieta más para la antología de este nuevo avatar del velasquismo que es la “revolución ciudadana” (siempre entre comillas, no lo olvidemos). Durante los últimos meses se ha hecho evidente que la estrategia de comunicación del gobierno consiste en eludir y banalizar el debate político y social. Baste recordar el encuentro en la televisión manabita entre el secretario juridico de la Presidencia, Alexis Mera y el ex presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta. Rescatemos de las anécdotas y bromas triviales de Mera el entusiasmo de Acosta por concentrarse en los contenidos (“las pepas”) de la Consulta y en sus muy serias implicaciones anticonstitucionales.

Recordemos que días después el ecologista Luis Corral fue agredido por tratar de intervenir en un meeting de Rafael Correa para pedir explicaciones por la presencia de empresas de Canadá y China que se preparan para la explotación minera a cielo abierto del sur oriente ecuatoriano en el sigilo más completo. Los medios privados y el gobierno prefirieron informar sobre las minucias del incidente (tarima, banderas verdes, los golpes y las acusaciones) y guardan todavía un sospechoso silencio sobre la seria amenaza a la vida de miles de personas, animales y plantas. Al parecer, la amarga experiencia del silencio cómplice del caso Chevron-Texaco no ha sido lección suficiente ni para la prensa, ni para el estado ecuatoriano. Esta es otra pepa más que no debemos olvidar de abrir, demenuzar y hacer lo que esté en nuestras manos para detenerla.

Los poderosos en nuestro país han transformado y desvirtuado las intstituciones, los partidos políticos, los tribunales para servir sus intereses. Estas mutaciones son rápidas en su avance y abarcan incluso aspectos simbólicos. Los meetings televisados del presidente, sus apariciones en todo el país, son parte de una campaña de propaganda pero no de un esfuerzo incluyente por llevar el gobierno a los ciudadanos. No es casual que los críticos de la intervención de Corral lo compararan a la provocación de un hincha del Emelec en tierras del Barcelona. Esto prueba que la gestión de Correa no sustenta su valor democrático en el respeto a las disidencias, él preside sobre sus hinchas. Así lo vimos pidiendo al público que se una a él cantando “El pueblo unido jamás será vencido” para silenciar a una persona desarmada, confiscando a esa canción todo su valor reivindicativo, convertiéndola en un arma de censura.

Es cierto que es hora de sentirse inspirados por nuevas músicas, por artes insospechados que nos confirmen en nuestra vocación de libertad, que nos enseñen a escribir del otro lado si nos dan papel pautado. Pero también, conviene reivindicar los cantos hechos polvo por la tarima, devolviéndoles su significado, dándoles tal vez otra voz. Con motivo de las fiestas de la unificación de Italia, el actor Roberto Benigni hizo un espectaculo reinterpretando el himno italiano. Y preguntándose cómo era posible que un símbolo tan manido pueda todavía conmover a alguien, pensó en el rebelde, que antes de enfrentar al ejercito austríaco, se daba fuerzas susurrandose el Inno di Mameli. Presintiendo tal vez el desgaste y la perdida de valor simbólico, el compositor norteamericano Frederic Rzewski escribió 36 variaciones para el piano de “El Pueblo unido…”, dándonos 36 formas nuevas de susurro que nos den el valor de combatir censuras y exigir respuestas al poder.

Categorías: Política, Uncategorized
  1. José Molina Reyes
    10 junio 2011 a las 1:12

    En este punto las únicas pepas que me llaman la atención son las que uso para quitarme el dolor de espalda. Feels so good! La «revolución ciudadana» debería subsidiármelas porque el 90% de mi estrés es su culpa con tantas reformas legales que debo analizar….

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